Lo que queda de la canción
En mayo de 2015 viajamos con Leonello Zambon a Cuba para participar en la duodécima Bienal de La Habana. Esta serie de 7 videos registra parte de la instalación en el Centro de Desarrollo de las Artes. Los textos que reproducimos aquí abajo no describen cada video, sino que forman parte del diario de viaje que escribimos en aquella ocasión.
8 de mayo 2015
Nos informaron que sería difícil reparar el espacio en el que trabajaríamos, por escasez de materiales y recursos, que se estaban agotando en el trabajo de restauración de las salas en los primeros pisos. Incluso gran parte de estos excedentes sería reutilizado. El resto iría a parar a la basura. Llegamos a un acuerdo con Torres, el jefe de montaje del centro: la sala permanecería tal como estaba. No era necesario reacondicionar este espacio, ya que no funcionaría como un contenedor neutro de una pieza importada. El plan, por el contrario, era producir una serie de reconexiones y movimientos mínimos con aquello que se encontraba fortuitamente allí, gracias a la acumulación de diversas acciones a lo largo del tiempo y a raíz de la propia actividad reciente de acondicionar el centro en ocasión de la bienal. En rigor no solo no era necesario reacondicionar el espacio, sino que, a partir de nuestro acuerdo, era imprescindible no hacerlo. Sumaríamos también a esta red de conexiones provisorias los objetos, dispositivos y residuos que viajaron en nuestras valijas desde Buenos Aires.
En mayo de 2015 viajamos con Leonello Zambon a Cuba para participar en la duodécima Bienal de La Habana. Esta serie de 7 videos registra parte de la instalación en el Centro de Desarrollo de las Artes. Los textos que reproducimos aquí abajo no describen cada video, sino que forman parte del diario de viaje que escribimos en aquella ocasión.
8 de mayo 2015
Nos informaron que sería difícil reparar el espacio en el que trabajaríamos, por escasez de materiales y recursos, que se estaban agotando en el trabajo de restauración de las salas en los primeros pisos. Incluso gran parte de estos excedentes sería reutilizado. El resto iría a parar a la basura. Llegamos a un acuerdo con Torres, el jefe de montaje del centro: la sala permanecería tal como estaba. No era necesario reacondicionar este espacio, ya que no funcionaría como un contenedor neutro de una pieza importada. El plan, por el contrario, era producir una serie de reconexiones y movimientos mínimos con aquello que se encontraba fortuitamente allí, gracias a la acumulación de diversas acciones a lo largo del tiempo y a raíz de la propia actividad reciente de acondicionar el centro en ocasión de la bienal. En rigor no solo no era necesario reacondicionar el espacio, sino que, a partir de nuestro acuerdo, era imprescindible no hacerlo. Sumaríamos también a esta red de conexiones provisorias los objetos, dispositivos y residuos que viajaron en nuestras valijas desde Buenos Aires.